NUEVAS Y VIEJAS POLÍTICAS DE EMPLEO

Hace 25 años, en el marco de la reconversión de la minería, y más concretamente en el programa de recolocación de trabajadores de Carbones de Berga, comprobé que el éxito de un programa de empleo está directamente ligado a la profesionalidad y motivación del equipo que lo gestiona, la flexibilidad con que se aborda y el enfoque a resultado que se imprime.

Esta idea la he podido corroborar los últimos años mediante diferentes experiencias tanto de Daleph como de Ingeus.

El enfoque en Carbones de Berga era más artesanal, disponíamos de sistemas más rudimentarios y multitud de listas substituían a los cuadros de mando, métricas y programas informáticos que hoy nos son de tanta utilidad. Pero la esencia no ha cambiado; siempre parte de lo mismo: la creencia (contrastada) de que una persona, por muy alejada del mercado de trabajo que esté, tiene una alta posibilidad de encontrar un empleo si cuanta con el apoyo adecuado.

Después de estos 25 años de cercanía a las políticas y programas de empleo, cada día tengo más la convicción de que las cosas son más sencillas de lo que parecen o las hacemos. También tengo la impresión de que durante muchos años ha sobrado sofisticación y barniz metodológico en las actuaciones. La pereza y la rigidez burocrática han hecho el resto.

Que nadie se confunda, reducir a niveles aceptables nuestra tasa de empleo no me parece nada sencillo, entre otras cosas porque depende muy poco de las políticas de empleo. Lo que pretendo transmitir es que aquellas personas que están muy alejadas del mercado de trabajo, por motivo de edad, nivel educativo o tiempo en el desempleo, no están condenadas indefectiblemente a esta situación. Sabemos que si reintroducimos la motivación a sus vidas, potenciamos su autoconocimiento y les ayudamos a generar un mapa de ruta, aumentamos radicalmente sus posibilidades de encontrar un empleo.

Y esto no es imposible, solo hace falta poner un poco de sentido común.

 

Gregori Cascante