¿Qué hemos aprendido del COVID-19?

Las medidas tomadas ante la crisis sanitaria han derivado inevitablemente en un replanteamiento del modelo de Feina amb Cor. Un programa de Caritas Diocesana de Barcelona ejecutado por nosotros, que está orientado a dar un acompañamiento individual e intensivo durante el proceso de búsqueda de empleo y que se caracteriza por la proximidad entre las personas, tenía que adaptarse a una realidad donde el elemento físico desaparecía.

El primer lunes de confinamiento nos encontramos todo el equipo por teams. Era momento de organizarnos para llevar a cabo todos los protocolos de comunicación y actuación sobre los que habíamos estado trabajando en previsión de un confinamiento inminente. Poco nos pensábamos que una semana después de colgar el cartel de cerrado temporalmente, nos habríamos acostumbrado al mosaico de caras y a brindar virtualmente.

Una vez superada la incertidumbre inicial y, ver que podíamos seguir realizando un acompañamiento próximo y de calidad, nos dimos cuenta de que era necesario pensar en soluciones alternativas que nos permitieran dar respuesta a las personas atendidas, así como entender un mercado de trabajo cambiante tanto por la demanda de perfiles como por la manera de acceder a él.

El resultado de estas reflexiones dio pie a desarrollar un modelo enfocado a la intermediación con empresas.

El nuevo programa supuso un cambio en nuestro día a día. A primera hora compartíamos un café virtual mientras priorizábamos las ofertas más urgentes, y mediante métodos que habíamos ido perfeccionando, enviábamos los CV que más se adecuaban. Paralelamente, trabajábamos las herramientas que permitiera a las personas que acompañamos superar con éxito los procesos de selección.

La demanda de trabajo se centró sobre todo en las profesiones de primera necesidad. La búsqueda de personal sanitario fue una de las mayores dificultades. Actuamos como intermediarios mientras los acompañábamos en la homologación de estudios, procedimiento lento y administrativamente complicado, pero del que se pudieron beneficiar las personas del programa, un caso relevante es el de Doris que regularizó su título de enfermera y actualmente está trabajando como tal, ayudando de esta manera tanto a la consecución de empleo de una persona en búsqueda como a la sociedad en su conjunto.

Más allá de acostumbrarnos al nuevo paradigma, la incertidumbre que el entorno planteaba generó inevitablemente que nos convirtiéramos también en un punto de apoyo para todas aquellas personas a quienes el confinamiento había agravado su situación. La experiencia nos ha enseñado como acompañar a personas en la búsqueda de empleo, pero ser un punto firme en un momento tan incierto es un ejercicio al que difícilmente uno se acostumbra y personalmente, este fue el mayor de los retos al que nos hemos enfrentado en este periodo.

La protocolización de procesos y la coordinación entre los diferentes servicios del programa ha sido un elemento clave para dar una rápida respuesta a las empresas que necesitaban personal, así como para seguir dando un servicio a todas aquellas personas que buscaban trabajo, pese a la situación de excepcionalidad que estábamos viviendo.

Este tiempo ha resaltado la necesidad de tener una capacidad adaptativa y de recursos idóneos, así como la importancia de tener una voz amiga que te escuche y acompañe en tu búsqueda de oportunidades. Este momento donde la responsabilidad de minimizar los contactos es crucial, una cara por videollamada, un gift enviando un abrazo o un audio animando nos permiten seguir siendo próximos a las personas, como dice el eslogan de Cáritas, a tan solo dos metros.

Esta experiencia ha demostrado la posibilidad de un servicio mixto que combine la presencialidad y la distancia. También ha remarcado la necesidad de incorporar el elemento digital en el desarrollo del programa, tanto para dar respuesta a las personas usuarias como para incorporar soluciones tecnológicas que a la vez nos permitan ser más eficientes en nuestros procesos y metodologías de intervención. Y de esta manera poder acompañar a las personas en su búsqueda de empleo de manera rápida, pero sin olvidarnos de la parte más humana.

Esta nueva realidad nos obliga a no bajar la guardia, a generar metodologías que incluyan a todas aquellas personas cuya vulnerabilidad se pueda ver agraviada por esta situación, así como para incorporar todos los conocimientos y herramientas que nos ha dado esta experiencia.

Laia Bisbal
Asesora laboral